Desconozco cuándo, o si algún día, volveré a bailar sobre un escenario o a dar clases de danza, y sinceramente, esto ya no me preocupa ni me angustia. Adoro trabajar con grupos y seguiré haciéndolo, porque me llena y porque para mí es una necesidad compartir todo lo que aprendo/he aprendido y pasado por mi cuerpo.
Cuando me marché de Madrid en 2020 lo que más me costó, e incluso diría que me mantenía atada a esta ciudad, fue dejar a mis adoradas alumnas y amistades. La danza me ha dado muchas alegrías y lloros, y aunque me he quedado con ganas de sacar proyectos a la luz que no se han dado por mi personalidad perfeccionista y por priorizar proyectos de otros, estoy feliz de todo lo vivido y aprendido, y orgullosa de mí misma por lo que he hecho teniendo en cuenta mis circunstancias. Inconscientemente me bajé de este tren poco a poco para parar en el camino, descansar, tomar perspectiva y seguir andando con un objetivo propio.
He cambiado de profesión varias veces en mi vida y si no lo hubiese hecho no sería quien soy hoy en día, y si no lo hubiese hecho, seguramente ¡me habría aburrido mogollón!
¡Todo suma! Para dar cabida plena a la danza, aparqué la fotografía profesional cuando estaba empezando a hacer cosas interesantes y posteriormente el mundo cultural en el que trabajaba como bibliotecaria/documentalista para dedicarme en exclusiva a la danza. Con la danza encontré una nueva vía de expresión que he explorado durante algo más de 15 años, aunque me he quedado con mucho por decir y crear.
La danza ha sido una vía de conexión con mi cuerpo y con el todo, de desconexión, de experimentación, de sanación, me ha dado libertad y me ha esclavizado al mismo tiempo. ¡Estoy encantada de haberlo hecho porque he crecido mogollón como persona y me lo he pasado genial!
Con mi regreso a Segovia en 2020 donde he estado cerca de dos años, tras salir de mi zona de confort radicalmente, sentía que necesitaba comunicar de distinta forma pero no estaba perfilado el cómo, y junto a mi hermana chilena Carla tras noches de charlas eternas, así nació “Entrebrujas… y brujos”. Nos lo pasamos bien durante unos cuantos meses y me hizo recuperar una parte de mí que solo mostraba a mi gente más cercana. Cuando he visto videos de entonces me asalta mi perfeccionismo y pienso “esto lo habría hecho así…”, o “lo habría contado de otra forma”, o “¡vaya error garrafal!”, etc., y al mismo tiempo me alegra que juntas diéramos el salto al vacío de exponernos y de los momentos felices que vivimos compartiendo nuestras investigaciones, conocimientos y sentir. Ninguna hemos estado en el “armario espiritual”, pero desde entonces y aunque desde que tengo uso de razón llevo estudiando todo aquello que rezume espiritualidad picoteando de aquí y allá, “Entrebrujas” hizo que me pusiera a estudiar Astrología en serio y a atreverme a bailar otro ciclo.
Pronto os cuento cositas, ¡prometido! 🙂
¡Te mando un abrazo gigante!
¡Muchas gracias por leerme!